Pues bien, el día del curso llegó y el profesor Miguel resultó ser no solo una persona muy agradable sino ingeniero agrónomo experimentado en estos temas y muy dispuesto a ayudar a esta pobre gente ignorante que estábamos ahí (bueno lo de ignorantes, lo digo no más por mi, porque hasta ese día no había tocado ni el libro).
Creo que José Miguel no necesitó hablar más de 10 minutos para que quedara completamente cautivada con el tema, para cuando llegó el receso yo no cabía en mi de la emoción, me había llenado de expectativas y se me había revelado algo que es obvio pero que como un as de luz penetró mi conciencia: las plantas son seres vivos. Y como a seres vivos habríamos de tratarlas.
No se qué mágico y profundo cambió causó esta certeza en mi, debe ser semejante a la emoción, inquietud e interés de una mujer a quien le han dicho que será mamá, se que es un poco burda la comparación, pero como no soy madre, es lo más próximo a la alegría y entusiasmo que experimenté ese día; por lo mismo fue que desde ese momento todo lo que quise saber era el qué, cómo, por qué y para qué de cada tema.
Otra cosa importante y valiosa fue el esmero que puso José Miguel en ofrecernos todo tipo de material adicional al curso que nos sirviera de apoyo para nuestras consultas "agronómicas".
Escuchar a los compañeros también fue interesantísimo y revelador, me di cuenta de la pasión de todos por la naturaleza y cuán aventajados estaban sobre mi en relación a esto, lo que -ciertamente- me inspiró.
Otra Inspiración, con mayúscula, fue Miguel, el jardinero de Corazón Verde, a quien le correspondió mostrarnos aspectos prácticos importantes sobre la elaboración del semillero, el transplante, siembra, elaboración de bancales, y mil detalles más. Fue muy divertido escucharle decir:-"Ay, qué estrés!". Lo decía cada vez que, queriendo concentrárse en lo que hacía, no lo dejábamos por razón de nuestras entusiastas preguntas. Con todo y todo, creo que Miguel también la pasó bien con nosotros.
Hacia el último día del curso teníamos la gira a tres invernaderos fuera de la provincia de San José, la cual resultó muy provechosa, el viaje fue agradable, la visita a los invernaderos muy instructiva y tanto el almuercito como el viaje de regreso estuvieron fenomenales.
Ok, me dije, ya estoy lista para empezar a sembrar.
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